Y aunque la lluvia me arrulla, una oleada de pensamientos y recuerdos súbitos se estrellan en mi mente. Mientras yo, con mi rostro húmedo, intento avanzar a ciegas en una tormenta volcánica.
No sé qué delito comete mi mente encarcelada, si cuando intento liberarla solo encuentro silencio.
Ignoro el motivo de aquel ruido sin sentido que se acerca sigiloso y se posa en mi cabeza.
Me ahogo con el canto satírico que proviene de la nada.
Guardaré silencio en esta noche asesina y enterraré con ella el despertar de la madrugada.
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